Hace como mes y medio, recibimos una llamada en el WhatsApp de nuestra página web, que viene impresa en el material bíblico que repartimos.

Era una persona de un centro de rehabilitación, pidiéndonos, ir a su centro para dar una plática de Dios …

Estábamos mi hija y yo en casa, los hermanos de la obra estaban de viaje en los estados del país, compartiendo el Evangelio de la Salvación.

Regresó uno de ellos; también vino un joven de Tijuana, que fue adicto a las drogas y estaba recuperado, Gracias a Dios:  El Señor lo preparo todo.

Oramos y salimos de casa.

Llegamos, era un centro pequeño de dos pisos:  en el primero había una oficina y en el segundo estaban sentados en unos bancos de plástico como 20 personas, y enfrente cuatro bancos para nosotros.

Nos miraban esperando que habláramos.

Los saludamos y nos presentamos diciéndoles que somos misioneros cristianos, y explicamos un poco de nuestra labor.

Hablamos de la preciosa Salvación en el nombre de Jesucristo, por un buen rato, algunos decían ¡amén! a lo que decíamos, parece que algunos ya habían escuchado de la palabra de Dios, les invitamos a hacer la oración de salvación y oraron como niños.

 

Después, habló un hermano (que por muchos años fue drogadicto) y desde que empezó a hablar se identificaron con él.

Les dijo que había nacido en una familia cristiana y por su rebeldía se apartó del Señor. Cuando se fue de casa, su padre le dijo que él regresaría como “el hijo prodigo”.

Contó como estuvo viviendo bajo los puentes y en los picaderos drogándose, robando, mintiendo para comprar su droga, tirado en las calles, completamente destruido.

Su familia lo llevó a varios centros de rehabilitación para ayudarle, pero el seguía en lo mismo. Aun cuando estaba internado en los centros, iban personas cristianas a hablarles la palabra de Dios y él iba a escuchar, para que le dieran lo que regalaban; galletas o ropa, lo que fuera; pero no porque le interesara escuchar.

 Pensaba con soberbia en su corazón (ahora lo reconoce), que él podía dejar las drogas cuando quisiera, pero le gustaban; a veces pensaba en dejarlas por su familia, pero no lo podía hacer.

 Así desperdició varios años de su vida. Hasta que un día, cuando estaba internado en rehabilitación, recordó las palabras de su papá: “algún día regresarás como el hijo prodigo” abrió una biblia y le salió el pasaje bíblico del hijo prodigo. En esa misma semana una mujer fue a hablarles un tema de la biblia, y les dijo: yo tenía un tema muy diferente para hablarles hoy, pero el Señor me dijo que no, que tenía que hablar del hijo prodigo, entonces cuando la mujer terminó el tema, él se acercó y le dijo, cuando me fui de mi casa mi padre me dijo que yo regresaría como “el hijo prodigo “ y en esta semana abrí la biblia y me salió el hijo prodigo, y ahora usted habla del hijo prodigo. La mujer le dijo: no es que vayas a regresar a la casa de tu padre terrenal sino que tu padre celestial te está esperando con los brazos abiertos a él es el que vas a regresar, ese mismo día en la noche no pudo más y lloró; muy desesperado, clamó a Dios diciéndole: No puedo más, ayúdame. Desde ese momento tomó fuerza para empezar a recuperase poco a poco …

 Las personas estaban atentas, algunas veces sonreían con las anécdotas, también conmovidos, al escuchar un testimonio tan sincero, honesto, real con experiencias parecidas; tres de ellos estuvieron llorando.

Todos fuimos consolados por las palabras del Señor y este precioso milagro de recuperación y vida transformada. En su rostro se les veía esperanza.

 Nos despedimos de ellos, nos tomamos unas fotos, se les veía agradecidos por la visita y convivencia; quedamos de regresar a verlos.

Cuando me despedí, de unos de ellos se acercó a decirme unas palabras, no le entendí muy bien; le dije que me hablara más fuerte. Me dijo: estuve orando a Dios para que alguien viniera a hablarnos de Él, gracias por venir.

Me conmovió (casi se me salen las lágrimas), nos fuimos con gran alegría.

En nuestra próxima visita les llevaremos artículos de limpieza, jabón, shampoo, chanclas, playeras, etc., para compartirles, ya que son personas con mucha necesidad e incluso, unos estaban descalzos.

Hasta la próxima.

Bendiciones.