Te queda un largo camino por recorrer, que con él, siempre es gozoso.

A veces no parece ser de rosas; pero no hagas caso a la apariencia, ya que el diablo la manejará para engañarte, si te dejas.

Ciertamente, Jesús es camino de verdadera vida feliz. Anda en sus pisadas por fe, y tendrás sobrado gozo y poder.

Los suyos atravesamos valles de lágrimas y desiertos sin agua; somos extranjeros y peregrinos, no amamos el mundo bajo el maligno.

Y aunque nuestra fe decayó a veces ante la adversidad, sin embargo y aunque no lo notáramos, él estaba presente cada vez, ofreciéndonos con gran amor su poderosa mano, para transportarnos en su Espíritu de vuelta al paraíso de la fe, donde nunca nada nos falta.

¡Cuántas veces, a pleno sol de mediodía, no nos hemos ensombrecido y llenado de dudosas tinieblas!

Pero aún en esta falta de fe nuestra, con gran misericordia asomaba él a nuestra alma, como un rayo de esperanzadora luz en medio de la oscura noche para alumbrarnos.

Y si bien es cierto que este mundo está lleno de caminos pervertidos, que conducen al fracaso y al dolor eterno al hombre que no tiene a Jesús por Salvador personal de su alma…

Tú lo tienes, y lo llevas en tu corazón a todas partes, y él hace fielmente las delicias de tu vida si confías en él y le agradas.

No sé cuánto tendrás que padecer aún, hasta ese esperado día en el cual te llevará a casa; pero sé que todo padecimiento con él rebosa gozo y trae al corazón feliz esperanza. 

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12: 10).

Es triste ver a millones de perdidos, y saber que millones de millones de almas acabarán en el infierno, porque no le han querido. Pero ser colaborador suyo, y estar ganando tantas almas como puedas para el cielo, te convierte en un salvado ungido.

Incluso puede ser que todo el mundo te aborrezca, y en este mundo debas vivir huyendo como un malhechor perseguido; pero aún esto te ayudará a bien, porque le buscarás de todo corazón y le hallarás.

Cuando estés a punto de desmayar en la batalla de cada día, del cielo su ayuda enviará a ti el Rey de gloria, y además de victoria consumada tendrás dicha en el alma, la cual solo los que dan su vida para ganar las almas alcanzan.

Si vieras hoy las glorias venideras reservadas a sus fieles, ya no tendrías ganas de mirar a tu dolor, ni te verías más con lástima a ti mismo.

Y si contemplaras el espectáculo de gloria que serás eternamente, por su gracia infinita, dirías: ¿Qué es esta pequeña prueba de aflicciones pasajeras, comparada con la gloria eterna a la que con tanto empeño el Rey me llama? 

“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4: 17). 

     R.